No llama a novedad la brújula perdida del gobierno de Peña Nieto, quien, aunque no se lo aplaudan, es afecto a discursos mediáticos como “listas de mandado” a base de puntadas ocurrentes (10, 6, 8), para resolver algún grave problema político, económico o social del país. El aplauso que el mandatario casi exige al cabo de sus interlocuciones es accesorio a un perfil psicológico distorsionado que probablemente ya no distinga entre multitudes priistas acarreadas y mortales reporteros, los cuales no suelen aplaudir las ruedas de prensa a las que asisten.
Meses después de que debió haber salido al aire en lugar de mandar a su esposa a tratar de explicar la inexplicable casita blanca (por no decir todo lo que hay detrás del ferrocarril chino y el Dragon Mart), EPN sube al pódium para dizque frenar “conflictos de interés” en su gobierno a “ocho puntos”, empezando por indagar su cuestionado expediente. Orden de pantomima si la hay —en opinión de muchos—, dada a un subordinado para que lo investigue a él mismo, a su esposa y a su colega de Gabinete, el secretario de Hacienda y amigo de hace veinticinco años, Luis Videgaray, quien además lo recomendó al puesto.
Episodio que pasará a los anales de la demagogia burlesca. ¿Habrá quién en su sano juicio imagine al Gutierritos Andrade (como ya se le empieza a llamar en redes sociales), realmente investigando la encomienda? Y, en el supuesto que su indagatoria arrojara irregularidades que involucraran tanto al Presidente, como a su esposa, como a su amigo y mentor político Videgaray, ¿qué seguiría?
EPN se metió a sí mismo en una trampa de la que difícilmente podrá salir bien librado. Si la SFP le detecta ejercicio público indebido por conflicto de interés ¿renunciará a la Presidencia? Y si por el contrario, lo encuentran libre de todo favoritismo a la constructora del sexenio HIGA, ¿habrá mexicano que se lo crea? Patiños no habrán de faltarle, por supuesto. Una de las ONG de Transparencia ya cantó interesadas loas: “Con esta medida correcta y adecuada del Presidente, México se actualiza al nivel de países como Francia, GB, Alemania, EU”.
En realidad a ojos de muchos otros, EPN con su cambio cosmético ratificó razones para que la gente mantenga y ahonde la falta de credibilidad a su régimen. Para empezar, debe recordarse que la SFP desapareció formalmente por el Congreso en 2012 a iniciativa misma de EPN, hoy celoso defensor de la dependencia que resucita y en la que se pone en sus manos. La sustituiría un órgano constitucional, que por su autonomía prevista sí sería garante de esfuerzos anticorrupción y no como sucede ahora que la SPF revivida por orden presidencial tendrá que integrar un panel de notables que supervise y evalúe su investigación, se supone para que tenga verdadero valor, lo que a su vez hace ridículamente innecesaria a la SFP.
Todo un sainete de investigación sobre investigación de la investigación, mismo que propicia por ejemplo que dentro de la Secretaría anticorrupción ahora por disposición de una de las puntadas presidenciales habrá una Unidad Especializada en Ética y Prevención de Conflictos de Interés, replicada ¡¡en cada dependencia federal!! Obviamente con más burocracia, bonos, secretarias y asesores. Y encima todavía Peña Nieto insiste que habrá un sistema nacional anticorrupción. Total, una maravilla de entes anticorrupción por doquier y él encabezándolos a todos como el adalid de la batalla con acciones ilusas como la nueva declaración anticonflictos de interés. Algo así como: ¿se siente tentado a favorecer a su compadre luego que él lo favoreció con una casita antes de las elecciones? Declárelo y evítese molestias posteriores.