Cinismo y desmemoria

Surgen oráculos a inducir pedagogía electoral al pueblo de Nuevo León: por quién votar, qué peligros evitar, a quién estigmatizar. Suponen, con ayuda de corifeos locales, que los regiomontanos son inocentotes y sin criterio, en minoría de edad perenne, a los que filantrópicamente se debe tutelar su voto, no vaya a ser que se equivoquen.

Así el ex presidente Felipe Calderón llega sin vergüenza a Monterrey rodeado de guaruras y ayudantes vitalicios pagados por el erario en misión evangelizadora para advertir al regiomontano a punto de elegir al independiente Bronco que no sea tan fácil de embaucar: Ten cuidado, se llama Jaime Rodríguez, pero es el mismo diablo, es Chávez, es el nuevo “peligro para México”.

Lo dice el coronador del fraude electoral que por décimas de punto se hizo de una presidencia (“haiga sido como haiga sido”); lo dice quien ensangrentó el país y lo sumió en luto y dolor más allá de lo inconcebible. Lo dice sin pudor el despilfarrador de la renta petrolera.

Tarascada que hasta el articulista Marín tuvo que frenar y advertir: “¡Cuidado con el adjetivo peligroso!”. Y es que en determinados círculos han advertido que satanizar en exceso al adversario político que los rebasa sale contraproducente, pues aparte de ser oro molido en publicidad gratuita (véanse las primeras planas y notas que consiguió El Bronco), el pueblo acaba por darse cuenta que lo que les quieren servir es una merienda de mentiras sin sentido: “Chávez ganó con votos y también era muy carismático como El Bronco…”. En esa doctrina ganar elecciones y ser carismáticos convierte a los ciudadanos en amenaza social.

La gente desde luego no se dejó manipular: “El Bronco es un gran peligro, pero para los poderes establecidos con corrupción, impunidad y violencia, para la clase política…”.

“–Le quieren repetir la tesis: un peligro para México. Lo cierto fue que el peligro eran ellos y sus empresarios consentidos que han seguido saqueando al país. El Bronco representa un llamado de atención a todos esos sinvergüenzas como los Medina, Enrique Peña Nieto, Televisa y otros. Se trata de decirles basta a ellos”.

“–Peligroso usted, señor Calderón, por ser un asesino, los miles de muertos por la violencia, los miles de desaparecidos, los miles de huérfanos y viudas que dejó su lucha contra la delincuencia, no les procuró justicia, todo en total impunidad. En verdad que no tiene vergüenza. Nunca hizo algo por las víctimas de la violencia, se volvió sordo, no tiene calidad moral de criticar, mejor debería quedarse callado porque su gobierno se basó en derramar sangre”.

 “–El verdadero peligro fue un señor que prometió empleo y sólo trajo desempleo; el que por su visión miope declaró la guerra al crimen organizado sin antes organizar a su gobierno. Y sólo lo hizo  para legitimar su presidencia. Ése es junto con su partido responsable del baño de sangre que está sufriendo nuestro país”.

 Lejos de los mal disimulados patrocinios de la comentocracia capitalina (“Ay que señor Bronco tan ocurrente”), los regiomontanos claridosos y bien documentados tiraron al basurero las zafias advertencias calderonistas:

Predicamentos en la cúpula

¿Qué exactamente comprometió el gobernador Fernando Canales, con la firma que estampó al ratificar la dación de patrimonio estatal como pago parcial de deuda pública,

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