Exhibe sin recato la clase política su deshonestidad, su miseria ideológica y el cinismo de sus miembros para encubrir atracos y prejuicios aberrantes con sus asesores de imagen. Los actores políticos así descubiertos intentan un control de daños que ofende aún a la más mínima inteligencia: “Es guerra sucia” aducen vehementes con mal disimulada hipocresía.
Ejemplos sobran a diario. Pero esta semana cautiva la señora que quiere ser en NL su primera gobernadora; título al que de lograr su propósito, quizá habría que añadir el de sha la lá. Desparpajo de su interjección frívola con la que se le escucha en una grabación subrepticia al intentar dar cuenta, de consenso con su ex tesorero municipal, de 57 millones de pesos —según datos publicados en internet— reclamados por la ASF de fondos federales presuntamente usados de manera irregular por el municipio de Guadalupe durante su administración.
Una vez conseguida la información requerida y el posible “control de daños” que amerita, Ivonne Álvarez toma una decisión despreocupada de la vida: “Ah bueno, si el asunto sale en la prensa, decimos que el dinero fue para obras y sha la lá”, es como decir: ahí acaba todo y nos lavamos las manos.
Así prosigue su campaña la que quiere ser gobernadora sha la lá de Nuevo León. Mañana tal vez así resuelva los escándalos que con esas uñas que le sacan al sol pocos dudan la habrán de envolver. Por ahora basta que refute con apariencia enérgica frente a las cámaras que es un audio “editado” (excusa favorita) y que viene de una “guerra sucia” (causa punible que permite al que la invoca victimizarse como inocente paloma). Al cabo de las elecciones todo habrá quedado en el olvido.
El actual gobernador, Rodrigo Medina, que presumiblemente la puso ahí para sucederlo (y protegerlo), recurre al método huidizo más formal (y costosísimo) de irse a desplegados de texto rebosante de ñoñez y eufemismos. Informa que por ahora las altas tareas del gobierno le impiden hasta después de las elecciones, dar respuesta al affaire de presunta corrupción inmobiliaria de él mismo, su familia y su padre (que además funge en las acusaciones como tesorero virtual de su administración), en escándalo que toca hasta su elección para sucederlo. Presunta veda electoral autoimpuesta a su conveniencia, que ni el socio colateral de Medina —Televisa—, observó. Sintomáticamente, el asunto fue ventaneado por el conductor López Dóriga en horario triple A de su noticiero. Señal que en altas esferas algo ya se decidió una vez que Medina deje el poder.
Y en el INE, institución magna si la hay en el sistema político mexicano, nada menos que su presidente Lorenzo Córdova en conversación hipster (plagada de “no mames”, “güey” y “cabrón”, obsesivamente repetidos en el habla), sostenida con el secretario ejecutivo Edmundo Jacobo, revela su lastimosa idiosincrasia respecto de los 15 millones de indígenas mexicanos, durante una reunión el 24 de abril denominada en el colmo de la ironía: Elecciones sin Discriminación.
“A ver, güey, Edmundo, no mames no voy a mentir, te voy a decir cómo hablaba ese cabrón (Hipólito Arriaga Pote), me decía: yo jefe, gran nación chichimeca, vengo Guanajuato, yo decir a ti, yo no permitir tus elecciones. No mames cabrón, cuando te estoy diciendo, es que este güey, no sé si sea cierto que hable así cabrón, pero no mames, pero vio mucho Llanero Solitario, con eso de Toro, cabrón, no mames, o sea, no mames, nada más le faltó decir yo gran jefe toro sentado, líder de gran nación chichimeca, no mames cabrón, no, no está de pánico, no mames”.
Ofende y perturba el ánimo escuchar el habla deplorable (y lo que está detrás de ella) del presidente del INE y el secretario ejecutivo del mismo, hablando de esta manera tan denigrante del indígena mexicano.